Wikipedia

Resultados de la búsqueda

jueves, 14 de enero de 2016

[...] Sin duda, ahí sí que sí, dejaré de sentirme niña. [...]

Debéis saber que la escritura es una de mis pasiones. Me inspira, me ayuda a fomentar mi creatividad y además, es una forma de expresar lo que siento. El siguiente texto es una carta al director cuya finalidad es reivindicar la injusticia a la que el mundo se somete diariamente. Está escrita por mí y en él hay ocultas algunas ideas o mensajes, a ver si sois capaces de extraer alguna:

Cuando uno es pequeño, imagina todo lo que su mente es capaz de imaginar, y sueña todo lo que es capaz de soñar; sin límites.
Cuando un niño lee se siente parte de la historia porque de alguna forma lo es. Es el protagonista de una escena de aventuras sin final marcado de antemano. Él no lo sabe, pero encarna las virtudes de ese honrado caballero que recorre los coloridos pastos a lomos de su fiel corcel; la inmensa bondad de una bella princesa e incluso la fiereza y coraje del escamoso dragón.
Aunque, tarde o temprano, esos diminutos dedos dejarán de aferrarse a las riendas por siempre, llevándose consigo su mayor tesoro.
Una nueva etapa comienza y toca retocar el disfraz. La pesada armadura da paso a los aterciopelados ropajes que invaden su cuerpo con tremendos picores; el atuendo propio de una figura destacada.
Olvídate de dar rienda suelta a la imaginación; eso no es propio de un personaje de tu categoría.
Ya no eres un infante, le repiten tajantes.
No podrá decir que se ha llevado una sorpresa porque incluso él debía de conocer tal gesto de madurez. Esta llama a la puerta de manera continuada; parece que va a pisar el umbral de un momento a otro.
-Deténganla, deténganla porque a mi hijo se va a llevar.- grita su madre desconsolada y con los ojos fuera de las órbitas.
-Discúlpeme por dirigirme a usted para referirle lo siguiente: su adorado niño, su tesoro no tiene por qué dar paso a la madurez de forma completa. Como todo, es un proceso que le llevará un tiempo aceptar, pero aún así, todos guardamos en nosotros mismos un pedacito de nuestro yo más tierno que perdurará hasta el día en el que el corazón deje de latir. Sin ninguna duda, ahí sí que sí, dejaré de sentirme niña. ¿Por qué ser adulta con diez años? ¿Por qué todavía hay niños que no pueden tener una infancia completa? Dichosos aquellos hijos de un país como el nuestro en el que podemos sentirnos pequeños un poquito más de tiempo. A.G.